viernes, junio 01, 2018

Tu lado de la cama


Dos y treinta y ocho.
La alarma sonará
a las seis y media.
No puedo dejar de pensarte.
Me he acostumbrado
a este irreparable silencio
que me quema,
me bebo las lágrimas
y las desparramo
por tu lado de la cama.

Dos y cuarenta y una. 
Abrazo la almohada. 
Acaricio tu vacío imaginando
tu cuerpo llenando 
todo el espacio
que resta.

No puedo dejar de pensarte.
Dos y cuarenta y tres.
Y no estás. No hay nada.
No hay vida
en tu lado de la cama.

Ruedo. Escribo. Lloro.
Grito. Beso ahora
el hueco de tu amor
en la almohada.
Y la acaricio (qué idiota)
por si te llega mi ternura
en los sueños de esta noche,
por si te alcanzan los te quiero
que cada noche digo en voz alta
aunque nadie me responda.

Que duermas bien,
bonito mío, 
que yo te velo
en este abismo
que me deja
tu lado oscuro de la cama.

Dos y cuarenta y nueve.
Mañana será otro día:
uno más, uno menos.


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