Esas fauces abiertas,
hambrientas,
esperando devorar otra vez
este sueño tan lleno de vida.
No entiendo que contaras
los pasos que quedan,
si rocé el abismo
al borde de la muerte.
Pero hoy los infiernos
han vomitado tu ausencia
sobre mis hombros.
A mí, que era feliz
sumida en mis tinieblas.
¿Para qué quiero ahora
tus manos,
si me apretaron el cuello
y me ahogaron con fuerza?
No necesito tu rescate.
Déjame aquí,
que estoy aprendiendo
a vivir con mis miedos.
Yo no quiero nada tuyo.
Ni siquiera compartir
este aire
que ya no necesito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario