En la barquilla turquesa un grupo de niños jugaba, mientras otros dejaban que el mar les acariciara la espalda, como el calor marinero. Olía intensa la sal de sol de verano. Brillaban las hadas de luz en Huelva, como si el Polo Químico, enemigo infame de su belleza (cruel villano), no hubiera existido nunca. Foto: Josué Correa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario