A través de un par de versos
escritos hace más de dos mil días
regresan a mis sueños
el brillo de tus ojos azabache,
el tacto de tus labios de mentira
y el beso cruel de nuestra despedida.
Me ha bastado con pensar en tu sonrisa
para sentirme un poquito más viva.
Y es que se amontonan los recuerdos
y trato de esconderlos
debajo de la cama.
Pero despierto luego y me doy cuenta
de que son recuerdos que ya no son nada.
miércoles, noviembre 29, 2006
Recuerdos que ya no son nada
viernes, noviembre 24, 2006
El Telón de los Disfraces
El telón de los disfraces se cerró
y la magia nos dejó su despedida.
Nos quedamos sin sus noches por febrero,
sin color, sin sus butacas vacías.
Sentado en un escalón del gallinero
soñaba por verme en tus brazos
aquella primera vez que me colé
siendo un niño al ritmo del 3 por 4.
Y siendo un niño también
temblando en tus bambalinas
entregué mi comparsa aquella primera vez
que me subí a un escenario.
Se nos fue.
En silencio, sin quejarse y sin quererlo
se nos fue tan solitario.
Se nos fue
una parte de los nuestro,
se nos fue nuestro teatro, nuestro Gran Vía.
Me encantaba compartir
la jarilla en Carnaval con adversarios y amigos
en ese ambigú,
rincón de los desafíos.
No me podría olvidar
del olor de tus pasillos llenos de disfraces
y ese pasacalle a pasar
los nervios de principiante.
Dime quién te ha dejado
para siempre sin tu fiesta,
sin tu gente, sin careta,
sin terminar cantando
tu Higuerita Marinera.
Se nos fue.
En silencio, sin quejarse y sin quererlo
se nos fue tan solitario.
Se nos fue
una parte de los nuestro,
se nos fue nuestro teatro, nuestro Gran Vía.
Manuel Carrasco. Si queréis oirla, buscad por www.clubdefansamigosdemanuelcarrasco.com
viernes, noviembre 10, 2006
Reflexión
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
lunes, noviembre 06, 2006
Réquiem por el Gran Vía
El cine-teatro Gran Vía ha desaparecido sin dejar más rastro que un puñado de cascotes y una huella profunda en mi memoria y en la de el resto de los isleños, en todos los que hemos vivido los mejores momentos de nuestra vida -de nuestros carnavales- entre las cuatro paredes del acogedor teatrillo de Pichardo.
Reconozco que se me saltaron las lágrimas al ver lo que ha quedado de ese fantástico edificio de paredes ocres y azulejos verde botella, con sus majestuosas columnas de mosaicos amarillos en la escalinata de entrada. Y su sabor a cultura, con su gallinero de sillas bien pegaditas desde donde gritar un olé a mi comparsa preferida... Todo ha desaparecido, como desaparecen las cosas buenas de la tierra de uno, arrancando miles de recuerdos que guardaré en algún rincón de mi memoria desde donde no sé si seré capaz de arrancarlos para contárselos a mis nietos.
¿Dónde estarán ahora su patio de butacas con los mullidos asientos rojo carmín, o las tablas de su escenario, al que subí por primera vez para hacer de doncella en Woyzeck -la divertida obra de Georg Büchner- o para bailar estilo Congo en la presentación de la comparsa África?
Hoy merece mi homenaje, este puñado de letras que no llegarán a ningún sitio. Ni siquiera a oídos de aquellos que pudieron rescatarlo un día de su fatal destino y convertirlo en lo que es (o era, más bien), el templo del Carnaval de Isla Cristina.
sábado, noviembre 04, 2006
Me voy pa Isla Cristina
Guardianes del faro, de Josué Correa
Voy a ver a mi gente y a respirar aire puro, del mar limpio de azules que rugen. Oiré el sonido de las gaviotas, que deben comenzar ya a poblar la azotea ante la amenaza inminente de lluvia, y a mi perro, que estará jugueteando con ellas en su refugio cercano al cielo. Veré dentro de nada el campanario de la iglesia más hermosa y el mar al sur, al norte, al este y al oeste...
¡Qué emoción!