He vuelto a besar la tierra
con las lágrimas del cielo.
Un traspiés me ha despertado
con el corazón encogido,
escupiéndome a la cara
los fantasmas del pasado;
arañándome la espalda,
haciéndome vulnerable,
revolviendo el miedo
en mi estómago vacío.
Con las manos heladas
sin el calor de tu aliento
volví a caminar inerte,
con las heridas abiertas.
Ahora sólo me queda
esconderme tras mi mirada verde
y escribir, escribir siempre,
para encontrar el consuelo.
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