jueves, junio 22, 2006

Cuervos

La película El Cuervo 2. Ciudad de Ángeles marcó mi adolescencia. Y no porque sea un peliculón, sino porque se convirtió mi único refugio en madrugadas de imsomnio en las que lo daba todo por perdido. Muy sufrida yo, sí señores. Teñí mis cabellos dorados de negro azabache, perdí un puñado de kilos, y me dediqué a escribir, a leer a Gabriel Celaya y a ver El Cuervo una y otra vez. Me aprendí cada palabra que recitaban Vincent Perez, Iggy Pop y compañía e hice mía la historia, los personajes. Me hice amiga de los cuervos, esos pájaros de mal agüero con los que me sentí tan identificada. Y, cómo no, les dediqué una serie de poemas. Éste es el primero, mi favorito.


En la oscuridad más absoluta,
paz sepulcral y nocturna,
tiemblas, ave triste,
triste voz que ya no puede
gritar tu melancolía.

El regreso a un mundo
de mortales.
¡Oh, cuervo,
que absorbes toda mi luz!
¡Pájaro de carbón
y ojos eternos,
no te vayas de mi corazón metálico!

Sigue bebiendo la esencia
de mi alma gastada
por el paso de un amor
hecho jirones.

Deja que extienda mis sueños
como tus alas oscuras
en medio de mi noche,
casi tuya.

1 comentario:

Patriice dijo...

Lo que son las cosas... soy una loca flipada de esa película de El Cuervo, la primera. Me encantó, recuerdo la primera vez que la ví y como me impresionó ver a esa especie de resucitado caminando bajo la lluvia,con el poli negro apuntándole con su arma y gritándole. "Te digo que si sigues moviéndote eres hombre muerto". Y el otro, sin dejar de avanzar, respondiéndole. "Y yo te digo que ya estoy muerto". O algo así. Dios, hace años que no la veo.
Sin duda, me quedo con una frase de la película, y (oh, casualidad) es una que me he repetido no hace mucho: No llueve eternamente.
besos guapa