jueves, marzo 17, 2011

Los guardianes del Edén. Pasodoble a Isla Cristina

Este fue el origen, el primero que escribí, la primera toma de contacto con la complicada métrica del pasodoble de Carmelo (a la vez que maravilloso, que conste), la base de todo lo que después logramos ser. Y mi piropo a Isla Cristina, que tampoco llegó a cantarse, aunque sí ha sido grabado.


A Isla Cristina


Hay un lugar como el marfil

bajo la luz de las estrellas,

de piel morena en el vaivén

de bajamar y atardeceres.



Otras batallas dejé atrás,

he conquistado mil fronteras

y aquí me quiero quedar.

No hay otro Edén en el azul:

mi paraíso eres tú.



Pequeña Isla Cristina,

tan hermosa en el resplandor

del cielo en las salinas.

Perfumada de mar,

mi delirio de amor.



Mil lunas besarán tu espalda blanca,

tu figura añil, tu caminar.



Me sabe a sal tu boca al sol,

a labios prohibidos en el callejón.
¿Qué tiene el calor que tú me das?



Mi voluntad no es más

que un barco que arrastra el temporal,

quimera de escamas, soledad.


Eres luz, mi calma…

Quiero ser cada noche sagrada,

bendita aliada,

tu guardián.

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