El silencio que me cura
guarda ecos y vacíos
en los que todavía
reverbera tu nombre.
Produce escalofríos
la languidez de esta calma
donde mi barca de besos
se mantiene a la deriva.
Me odias.
Te amo.
Quizá algún día,
quién sabe,
tu voz colmará de vida
este silencio
que me mata.
Entretanto el silencio
es la calma que me cura.
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