Bienvenidos
a mi cajón desastre.
En su caos
guardo un corazón
malherido,
los besos que no regresan
y las noches
de luna y vino.
Si rebuscan
un poco más,
encontrarán el dolor
y la desidia,
pero también un brillito
en los ojos
de la esperanza
que nunca se pierde.
Les bastará una ojeada
para ver mi boca,
que se marchita
y se olvida
de asumir
que él nunca volverá
a recorrer
los pasillos de esta casa.
Metan la mano
y muevan,
como los bolos de la lotería,
mi descalabrado
cajón desastre.
Entonces
hallarán lo auténtico:
el corazón desbocado,
los brazos abiertos,
las manos vacías...
Y verán el fantasma,
las lágrimas derramadas,
el futuro que no llega
y el olvido que atenaza.
Y los silencios.
Demasiado silencio
para mi alma
ruidosa.
Pasen, pasen y vean,
que así vivo,
por su amor
en el desastre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario