Sólo me queda un camino,
un resquicio en el mapa
por donde seguir vagando.
Ni el sueño
me acompaña en esta noche.
Retumban las paredes,
me truenan los silencios
y me caigo.
Pero todavía me queda un camino:
el mío sin ti,
tan obligado,
tan de pies a rastras,
tan lánguido
e inútil
como cada segundo
que no te tengo cerca.
Se me nublan los recuerdos.
Apenas reconozco
tu voz en mi memoria.
Me queda un camino.
Hostil, terroso y polvoriento.
Lo recorreré
hasta que llegue mayo
y la primavera
me decore la vereda
con margaritas blancas
y matas de romero.
Huiré como un guiñapo.
Sin fe ni pesadillas
ni sueños que se cumplen.
Tomaré la única salida
a este amor que se me enquista dentro
y me hiere y me revuelve
y me destroza las entrañas.
Adiós, bonito.
Doy gracias por lo nuestro.
Quizás en otras vidas
andemos el camino
cogidos de la mano.
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