Caminar callada de nuevo,
recorrerte las costillas desnudas,
la espalda mojada,
mi Isla bonita.
Cómo quiero descubrirte
su boca, despertarte
a su lado,
que saboree tus esquinas.
Porque no saben tus pestañas
dormidas a Portugal ni a tristeza,
sino a la Cádiz sinuosa,
a sal para las heridas.
Duermes, niña bonita,
y tiemblo de amor y frío.
Tus charcos los bebería
sorbo a sorbo,
beso a beso.
No puedes ser más hermosa,
camino de vuelta a casa.
Isla de mis desvelos,
tan lejana,
tan dormida.
Tan mía,
tan silenciosa.
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