miércoles, noviembre 29, 2017

No es por casualidad


Querido destino:
sé hoy a ciencia cierta
que aquella mañana de septiembre
no fue casualidad.
Pusiste ante mí
al hombre más grande
que nadie contempló nunca,
al niño
de boca perfecta
capaz de tumbar a un titán
con un manojito de palabras
y mucho de perseverancia.

Querido destino. 
Cruzaste su mirada
con la mía
y ya nunca volvimos
a ser los mismos.
No me vengas ahora
con jodiendas.

Tú me lo plantaste ahí.
Me lo señalaste con el dedo.
Me arrastraste a él
como una ola a su orilla,
me hiciste cómplice
de su sonrisa
en medio de la tragedia
más despiadada.

Tú, destino infame,
me dejaste a merced
de su piel y de su boca,
me entregaste las noches
en que regresé (por fin) a la vida
atada a su espalda,
sin querer despertar más
si no era allí, a su lado.

Destino cruel,
tú me hiciste enloquecer
de puro amor desmedido.
Y ahora va y se te antoja
llevártelo para siempre.

Una cosa te diré
para que claro te quede: 
te voy a echar el pulso.

Porque, querido destino,
no podrás derrotar
mis ganas de reencuentro,
no debilitarás 
ni un poco mi esperanza.

Que mi destino ha de ser
el que el corazón
me manda.
Y en ése futuro él y yo
no nos faltaremos nunca.


No hay comentarios: