La a sigue
el guión establecido.
Primera
de las letras,
se empeña
en presenciar
cada verso
de mi vida
sin salirse
del reglón
de la propia.
La a preside
el salón
de luz anaranjada.
Se revuelve
en el pecho y,
por más que trato
por más que trato
de arrancármela,
se aferra
al pulso
de mis noches,
de mis pasos.
de mis pasos.
La a distante
y tan cercana
(al mismo tiempo)
renace en el amor
y amenaza
con quedarse.
La a se muere
con tu nombre
en mis labios,
es el grito ahogado
que te llama,
te grita,
que te requiere
con a...
con a de "como antes",
con a de "ahora".
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