domingo, diciembre 17, 2017

El paraíso tiene un nombre


Uno ha de buscar
su lugar en el mundo.
Debe permitirse
encontrar su espacio,
volver a las esquinas
por donde se sabe feliz,
regresar una vez y otra
y otras infinitas veces más
a las calles
donde se desaloja
del espanto.

Te llevaría. 
Volando si fuera preciso.
Te llevaría ahora.
Te depositaría
con suavidad
sobre su entramado urbano
para que puedas
volver a respirar.

Porque mereces respirar
y volver a suspirar
y a emocionarte.
Mereces degustar 
la ciudad que rezuma vida,
la monumental belleza
de sus cipreses
y sus edificios renacentistas.

No dejes de volver.
No pares. No desistas.
Busca la felicidad
que te falta.
Que nada ni nadie 
te arrebate
ese soplo de vida. 
Ni tú mismo.

Mataría por verte allí,
con la sonrisa puesta
y descubriéndome
los secretos
de Salamanca.
Mataría por recibir
la sorpresa
del amor
en tu escenario favorito.
Por darte la mano
y que me hagas de guía,
por besarte bajo las luces
anaranjadas de la Plaza Mayor
más bonita de España. 

Ve, no lo pienses.
Nada podría hacerme más feliz
que saber 
que has vuelto
a acariciar
con tu presencia
las calles viejas
de Salamanca.
El paraíso
tiene un nombre.

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