Me marcho.
Es hora de batirse
en retirada.
Me arrojé
de bruces
al vacío
y me he hecho daño.
Tengo los huesos
doloridos
y el amor propio
hecho jirones.
Me rindo.
No he podido
hacer más...
el ridículo.
Espantoso
ridículo.
Me he exprimido
y me he metido por tus ojos.
Te he ofrecido
todo lo que soy.
No lo quieres.
Lo asumo.
La vida es así
de puta y traicionera.
Pero ahora sí.
Me bato en retirada.
Procuraré atarme
a las muñecas
aquella bandada
de pájaros azules
de tu pecho nuevo.
También alguna golondrina
de las que jamás
se posarán
en el balcón
de La Placeta.
Y volaré,
volaré lejos
de esta tierra de nadie
que no volverás
a pisar más nunca.
Te quiero.
Un beso.
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