domingo, diciembre 17, 2017

Verba volant, scripta manent


A las palabras se las lleva el viento.
Las arrastra a un vacío 
sin eco ni flores ni pájaros azules.
Como a aquel "te quiero" furtivo 
que iluminó la noche más oscura.
Sólo la escritura permanece
con su indeleble tinta
aferrada a la vida,
en plena lucha
(combate feroz)
contra
los envites del tiempo.

El tiempo.
Todo lo devora.
Todo.
Las palabras.
Y también el amor.
Aunque a veces
descabalgue mi corazón
para que no me duela,
otras me desboco
y te regalo
un poema
trasnochado
que habla de la verdad
del amor y el tiempo.

Cuánto me gustaría
escribir tu nombre.
Recorrería el trazo
de las letras
como una sugerente
caricia.
Lo dejaría plasmado
sobre el papel
para que mi alma
no se olvide nunca
de lo bonito que eres,
de lo cobarde que eres,
de lo impredecible
de tu boca,
de lo predecible
de tu infelicidad
y ese destino
amargo al que te aferras.

Lo escribiría
en grande,
con mayúsculas,
para que no sea una palabra
que pueda secuestrar el viento,
sino el verso más bello
de la historia de amor
más bonita del universo:
tú y yo.




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